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La Nueva España 14.12.2019
«Antes de que las flores llegaran a marchitarse»
Presentación del libro «Antes de que las flores llegaran a marchitarse»
Marta
Se lanzó al mundo como quien se lanza a una piscina. Desde el primer día decidió atravesarlo sin miedo y sin tapujos. Con su arrolladora personalidad y de frente, sin mentiras, mirándolo a los ojos, continúa unas veces con látigo y otras con bromas y sonrisas hacer que todo gire a su paso.
Esa niña alegre, que se reía desde que abrió por primera vez sus ojos al mundo, que bailaba antes de sujetarse de pie, y cantaba antes de saber pronunciar más de tres palabras, se fue convirtiendo en una mujer fuerte, en quien poder apoyarse, que tan pronto te hacer reír hasta llorar contando sus aventuras, como te escucha y da consejos como pocas amigas saben hacer. Me consta que son muchos los afortunados que así la consideran y saben el valor que ella le da a la palabra amistad.
No sé si al final se dedicará al mundo de la farándula, será abogada o empresaria… sea lo que sea no me cabe la menor duda de que será feliz, consiguiendo de paso que todos los que le rodeamos vivamos intensamente cada momento.
Felicidades Marta. Sigue lanzándote a la piscina; consigues que los demás queramos hacerlo a tu lado.
Texto y Fotografías : Marta Areces
Un viaje desde la emoción
Vuelvo a coger el coche sin un rumbo bien definido… El me lleva donde mis impulsos le dictan.
Primera idea algo conocido, por si el miedo me agarrota y necesito reposar en hogares donde soy bien recibida.
De pronto, dejo atrás sin pensar esas carreteras predeterminadas y permito que el afán de aventura me aleje un poco más.
Me siento pequeña cruzando un océano. No es el miedo a lo desconocido ni a que el cansancio físico y mental no me den las alas que necesito. Es el miedo a los monstruos que me rondan; encontrarme con ellos y no ser capaz de enfrentarme.
Sigo avanzando, braceando estas aguas que creo tan profundas, pánico a no poder cruzar los que otros creen que solo en un pequeño charco en una linda playa.
Fotografía y Texto: Marta Areces
SUEÑO QUE VUELO
Sueño que vuelo
sin penas ni ataduras
ni pesos previos.
Que no llevo equipaje
ni billete de vuelta;
que el miedo es solamente
una foto borrosa
que ya he dejado atrás.
Sueño que un día alcanzaré la tierra
que se oculta en los ojos
de quienes me he cruzado en el camino
y me han abierto las puertas de su casa.
Fotografía: Marta Areces / Texto: Julio Rodríguez
El día que me atreví a viajar
Ansiando el momento de emprender el viaje, lo inicié con una maleta enorme llena de ilusiones. Tantas como miedos. Buscando tiempo para pensar, sentir, conocer, descubrir… sería tiempo de reencuentros y tristes despedidas. Preámbulo de otras que me esperaban, aún más duras… preparándome sin saberlo para ellas.
Descubro que me agarro fuerte a mi cámara para no caer en el viaje de la vida. Y que reír, llorar, sufrir e ilusionarse forman parte de ella… y yo quiero vivirla.
Fotografía y Texto: Marta Areces
Alfredo
Estoy aquí con Alfredo. Ahora estoy despidiéndole. Hemos pasado muy mala noche y ahora ya está empezando a descansar. Hace meses que estamos juntos sabiendo que tocaba el momento de decir hasta luego (no me gusta decir Adiós).
Siempre hemos tenido una relación especial; supongo que porque él no es un hombre corriente, y de alguna manera yo me parezco bastante (claro, solo me parezco). No recuerdo besos ni abrazos, tampoco palabras bonitas (últimamente sí, había que decir mucho en poco tiempo). Pero tampoco lo eché en falta. Hay cosas que se saben, se sienten. Nosotros nos entendíamos sin hablarnos.
Para mí siempre fue Alfredo, y a las preguntas de la gente, siempre contestaba que era porque así se llama. Natural. Como dice mi amigo Ricardo: un paisano Don Alfredo.
Hace años que descubrí su faceta tierna, esa que tenía tan guardada en su apariencia de hombre serio y duro. Tuvieron que aparecer Cristina y luego Marta para ver con qué facilidad le afloraban las lágrimas, sobre todo de alegría y emoción. Se le llenaba la boca de elogios para con ellas, pero bueno, también es comprensible.
Así es que aquí están ellas también, acompañándome sin decaer en estos meses de tristeza y dolor. Fuertes, alegres, cariñosas y siempre dispuestas. Conmigo son más duras… pero ese es otro tema.
Tuvo la elegancia de esperar a que preparara mi primera exposición antes de ponerse enfermo. Sabía la ilusión que tenía por ella (aunque nunca se lo había dicho) y las ganas de demostrarle lo que estaba haciendo. Empezaron las pruebas en el hospital, y otra vez era él quien me defendía ante las preguntas: trae la cámara porque es fotógrafa!!!!! Nunca me había considerado fotógrafa, se me hace grande el nombre; pero él lo dijo orgulloso y permitió hasta hoy que disparara en cualquier momento, incluso ante las malas caras de los demás.
Me llevó por su pueblo, me habló de su infancia, de su familia, de las costumbres. Lo único que siento es no haberlo empezado a escuchar antes… pero fue el inicio de «Raíces del Cubia», donde sin haberlo pretendido él es el protagonista principal.
En estos meses no hubo quejas, ni enfados. Supo agradecer todo. Todo estaba bien: la comida, la cama, las posturas, los cuidados… Dejó cada cosa en su sitio y todo organizado. «Ahora te toca a ti…», aunque yo lo tengo más fácil, él allanó el camino; … un camino que no deseo pasear.
Así que dejo aquí estas palabras. Para que no se me olviden estos meses, que han sido un aprendizaje más en mi vida. Donde hubo mucho amor y mucho dolor. Bienvenidas y despedidas. Donde descubrí lo poco que sabemos de nosotros mismos. De lo que somos capaces de sufrir y disfrutar.
Gracias Alfredo por darme esta oportunidad
Fotografía y Texto: Marta Areces