Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Puedo añadir que yo soy mujer que tropieza tres, cuatro y hasta cinco veces en ella.
También se dice que el hombre por naturaleza olvida más fácilmente lo malo (doy fe, porque si no fuera así la mayoría de las mujeres que juramos y perjuramos no volver a pasar por otro mal parto o cesárea, no habríamos tenido más hijos…).
Así que bebes nuevamente de ese licor que te ha hecho tantísimo daño la última vez, te quemas al sol para estar moreno una temporada más, o vuelves a enamorarte de alguien con quien sabes que las cosas no serán fáciles.
Serviría de escarmiento para la mayoría de las personas tener que cuidar las heridas producidas por el sol, estar tres días seguidos enfermo por ese maldito licor o volver a sufrir la pena del desamor.
Aún así, algunos parece que buscamos la piedra. No sabes si se te cruza en el camino o has ido a su encuentro voluntariamente; muchas veces ni reparas en ella hasta que estás otra vez dándote de bruces.
Parece que necesitamos una piedra para sentirnos vivos (incluso tropezando).
Eso… o volverte piedra.
Texto y Fotografía: Marta Areces