Cuando llego a casa la cola de mis gatos se vuelve como un plumero mientras caminan alegres, casi de puntillas, delante de mi, bailan, se enroscan alrededor de mis piernas… me demuestran su alegría al verme.
Las personas demuestran sus sentimientos hablando y escribiendo, llorando juntos las penas y celebrando las alegrías. Explican lo que les ocurre, razonan los problemas o cuentas historias cotidianas para pasar un buen rato. A veces hay gritos, otras susurros, sonrisas, miradas, caricias…
A veces la cabeza duele de tanto gritar, de tanto explicar, de tanto hablar inútilmente, hasta que te das cuenta que lo estabas haciendo para dentro, nadie oía tus historias porque no supiste explicarlas.
Es el momento de alargar los brazos y sumirse otra vez en un silencio interior.
Texto e Imagen: Marta Areces