Autor: martaareces

Exposición «Todavía la Tierra» – Galería Mediadvanced

Exposición del trabajo «Todavía la Tierra» en la Galería Mediadvanced de Gijón


Siento que la cámara es un pasaporte que aniquila las fronteras morales y las inhibiciones sociales. Hacer fotos es un viaje inconformista, inacabable, es mi manera de compresión del mundo exterior, un medio de actuar sobre él, de existir en él, a veces de dominarlo y otras de compartirlo tanto con la gente que me voy encontrando en mi deambular como con los que os asomáis a mi trabajo.

Siempre creí que mi fotografía era más una ventana que un espejo. Una ventana por la que asomarme al mundo; una compañera de viaje. Pero como “miente el ojo, jamás la Mirada” y “la fotografía usa la realidad para reflejar la realidad del fotógrafo”, esa ventana a la que me asomo me devuelve reflejos de mi mundo interior.

Recuerdo paisajes y fotografío pasajes de mi vida. Mi memoria

Todavía la Tierra es una incesante búsqueda del centro de mi memoria a través de otros lugares, otros rostros, otros paisajes, para a través de la magia de la fotografía hacerlos míos.

Significa mi pequeño homenaje a esas personas que he ido encontrando en mi camino y me han abierto las puertas de su casa, impulsándome así a seguir este viaje asombroso que es la vida.

Citas de Fermín Herrero en “Tierras Altas”

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Rejas y Libertad

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Aquello que permite al ser humano decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos.

Según Wikipedia: la palabra inglesa para libertad, freedom, proviene de una raíz indoeuropea que significa «amar»; la palabra de la misma lengua para decir miedo, afraid, viene de la misma raíz, usado como contraposición a libertad mediante el prefijo a por influencia del latín vulgar.

Hay personas que luchan y mueren a diario en nombre de la libertad. Arriesgan sus vidas por casarse con alquien a quien aman de su mismo sexo; por mostrar sus melenas al viento quitándose el velo exigido en su calidad de hembra; por subirse a trenes en marcha huyendo de guerras y pobreza buscando una oportunidad…

Otras veces nos quejamos de las enormes vallas que nos ahogan, sin pensar si son nuestros propios miedos quienes nos hacen verlas tan altas, o desde el lado equivocado.

Texto y Fotografía: Marta Areces

Tropezar en la misma piedra

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Puedo añadir que yo soy mujer que tropieza tres, cuatro y hasta cinco veces en ella.

También se dice que el hombre por naturaleza olvida más fácilmente lo malo (doy fe, porque si no fuera así la mayoría de las mujeres que juramos y perjuramos no volver a pasar por otro mal parto o cesárea, no habríamos tenido más hijos…).

Así que bebes nuevamente de ese licor que te ha hecho tantísimo daño la última vez, te quemas al sol para estar moreno una temporada más, o vuelves a enamorarte de alguien con quien sabes que las cosas no serán fáciles.

Serviría de escarmiento para la mayoría de las personas tener que cuidar las heridas producidas por el sol, estar tres días seguidos enfermo por ese maldito licor o volver a sufrir la pena del desamor.

Aún así, algunos parece que buscamos la piedra. No sabes si se te cruza en el camino o has ido a su encuentro voluntariamente; muchas veces ni reparas en ella hasta que estás otra vez dándote de bruces.

Parece que necesitamos una piedra para sentirnos vivos (incluso tropezando).

Eso… o volverte piedra.

Texto y Fotografía: Marta Areces

Dos de Julio

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2 de julio de 2012, en la cocina de mi casa de Oviedo sopla por última vez las velas de una tarta de cumpleaños. Pequeña cena familiar intentando agarrarla a una ciudad de la que había huido hacía ya muchos años y a la que yo la había traído de vuelta casi a la fuerza. “Mientras te recuperas y puedas volver a hacer vida tu sola…”

2 de julio de 2013, en Madrid, sus amigas más íntimas ofrecen una misa en el día de su cumpleaños. Arropada y sintiéndome querida por sus amistades y las personas que me acompañaron, no supe demostrar ni cariño ni agradecimiento. Incómoda con unos y con otros caí en un hermetismo que se fue repitiendo en muchas otras ocasiones. Sé que muchos esperaban explicaciones, que estuviera más tiempo, que contara…

En este año he ido varias veces a Madrid, siempre con la ilusión de encuentros y planes que hacían que saliera de casa contenta, animada y dispuesta a disfrutar hasta el último segundo de esas oportunidades. Pero desde que Ana no está veo la ciudad con sus ojos, y la imagino de museo en museo y en sus largos paseos en busca de esa luz mágica de la que siempre hablaba. La veo reflejada en los escaparates cuando me miro de refilón en ellos caminando por las calles. Cada vez me atrae más, pero cada vez me recuerda más a ella y siento por y como ella.

Y en la cama del hotel siento que caigo y caigo, y nadie me sujeta para evitar que me estrelle queriendo volar, como hizo ella en Oviedo

 

¿Cuanto hay de verdad o de mentira en una fotografía?

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¿Cuanto hay de verdad y de mentira en una foto? Cuanto de intencionalidad, de suerte, de preparación, de técnica, astucia o “saber hacer” del fotógrafo? ¿Cuantas veces al ver el resultado final nos sorprende al encontrarnos con más de lo buscado? Aunque normalmente hay más en una foto de lo que se ve a simple vista, está claro que la intencionalidad del fotógrafo ante una situación y la capacidad de reacción del observador de la imagen, pueden llevar a dos realidades muy diferentes.

En fotografía, en muchas ocasiones, que la realidad del fotógrafo y del observador no sea la misma, no tiene porqué ser un problema. Si la imagen llega como una historia que al observador le vale, y el autor de la imagen está conforme con el resultado de la misma es suficiente. Ambos contentos.

¿Pero que ocurre cuando esto mismo sucede en las relaciones personales? cuando no hay imágenes reales ni ficticias, cuando no hay un observador objetivo que narre o relate los hechos fehacientemente… entonces las cosas se complican; los sentimientos pasan a formar parte subjetiva de la narración dándole la forma que ellos se imaginan, siempre según el ánimo, situación y capacidad de comprensión de sujeto en el  momento del hecho. En este caso, cualquier intento de explicación sólo hace aún menos creíble una realidad.

Llega entonces el momento de curarnos las heridas provocadas por nuestros propios errores, mientras intentamos seguir haciendo fotos que puedan llegar a ser entendidas… o no

 

 

 

 

Texto e Imagen: Marta Areces

La dulce Ana

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Cuando decidió irse hacía mucho tiempo que había dejado de ser ella. Tengo que hacer un esfuerzo enorme, intentar buscar debajo de la rabia, la pena, la tristeza, la falta de entendimiento, la resignación y la culpabilidad (maldito sentimiento que no logro aparcar) para encontrar a la que un día fue mi hermana.

Hacía años que se iba transformando poco a poco, dejando atrás la alegría, la ensoñación, la coquetería (bueno… esta en cierta forma la intentó mantener hasta el final dentro de lo que podía). Romántica empedernida, amante de las bellas artes, sabía disfrutar tanto de un paseo por su adorado Retiro, de la luz que le cautivaba de Madrid y de cualquier sala de cualquier museo. La música llenaba su casa a todas las horas;  tocar su amado piano o  recrearse con una buena película eran sinónimos de felicidad.  Siempre era un buen momento para enzarzarse en un diálogo sobre política, economía, arte y todo lo relativo a viajar… viajar que tanto le gustaba, buscar el mar, la historia, la cultura de otros lugares…. La dulce Ana, que enamoraba a hombres y mujeres, inteligente, culta y bella se fue muriendo poco a poco dentro de un cuerpo que cada vez era más difícil de identificar.

Duele la forma en que nos dejó definitivamente, pero más doloroso había sido los años anteriores, cuando unos pocos intentábamos luchar contra esa persona que la había usurpado. Quiero pensar que encontró la solución a sus problemas, que por lo menos ha dejado de sufrir, y que cuando esta pena tan grande pase, podré poco a poco acordarme de la que fue, volver a recordar que tenía una hermana que me adoraba, que jugábamos en la huerta , ella hacía la comidita para las muñecas mientras yo me subía a los árboles a buscar aventuras. Que con el paso de los años decidimos que yo sería la hermana mayor… todas esas cosas que ahora están ahí escondidas y por momentos me salen a borbotones, y las aparto porque no quiero pensar…

Fotografía y Texto: Marta Areces

Un viaje desde la emoción

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Vuelvo a coger el coche sin un rumbo bien definido… El me lleva donde mis impulsos le dictan.
Primera idea algo conocido, por si el miedo me agarrota y necesito reposar  en hogares donde soy bien recibida.
De pronto, dejo atrás sin pensar esas carreteras predeterminadas y permito que el afán de aventura me aleje un poco más.
Me siento pequeña cruzando un océano. No es el miedo a lo desconocido ni a que el cansancio físico y mental no me den las alas que necesito. Es el miedo a los monstruos que me rondan; encontrarme con ellos  y no ser capaz de enfrentarme.
Sigo avanzando, braceando estas aguas que creo tan profundas, pánico a no poder cruzar los que otros creen que solo en un pequeño charco en una linda playa.

Fotografía y Texto: Marta Areces