Autor: martaareces

Soledad

 

 

DSCF9442-2

 

 

A veces la buscamos voluntariamente, sabiendo de antemano que tendrá un tiempo finito y la apartaremos tan pronto nos saciemos de ella. Cuando la alcanzamos respiramos hondo y solo pensamos en disfrutarla. Tiene una caducidad predeterminada: minutos, horas, a veces días… Su final llega en el momento previsto, y si la volveremos a desear encontraremos la forma de conseguirla.

Otras veces llega de forma involuntaria. Aparece disfrazada de melancolía o profundo pesar y siempre inevitablemente con el sufrimiento causado por la pérdida de algo o alguien querido. En estos casos, aunque es difícil quitársela de encima, los que te aprecian pelean contra ella. Lo normal es que poco a poco la balanza vaya cediendo ayudada también por la propia voluntad, hasta que conseguimos apartarla casi totalmente de nuestro lado.

Pero cuando llega de puntillas, sigilosamente, te coge desprevenido. Espera a hacerlo cuando estás rodeado de gente, en lugares públicos, normalmente con amigos o conocidos que te están contando algo agradable, nada puede hacerte suponer que llegará hasta ahí.

Entonces, poco a poco te dejas envolver en sus brazos mientras las risas se apagan y las personas se van diluyendo hasta que desaparecen…. Has entrado una vez más en su refugio y sientes que no quieres salir de él.

 

 

 

Texto y fotografía: Marta Areces

 

 

 

 

Nueva fotografía internacional en el siglo XXI – Sala La Alhóndiga , Segovia

Presentación en el Pleno del Ayuntamiento de Segovia, D. Javier Salcedo, presidente de la Asociación fotográfica segoviana, Doña Clara Luquero, alcaldesa de la ciudad de Segovia y los fotógrafos Marta Areces y Manuel Zamora

IMG_4255

IMG_4256

DSCF3905
DSCF3903

Hablando sobre mi participación en el proyecto con «Todavía la Tierra» para la televisión local

IMG_4193

IMG_4194

IMG_4228

 Presentación del libro Contemporáneos en la Sala La Alhóndiga de Segovia, acompañada de los fotógrafos Ely Sánchez y Alfonso Zubiaga

IMG_4210

IMG_4195

Tatá

tata098P

“¿No podéis columpiaros como los demás niños? Os vais a matar!!!!
Pericos, que sois un os pericos!!!!!”

Así, unas veces entre lágrimas y otras entre risas, como la vida va acompañada de la muerte, fueron los recuerdos contados por amigos y familiares en estos días.
Cosas parecidas recordaba días atrás sola, normalmente en estas largas noches en las que no podía dejar de pensar en ella y todo lo que últimamente me mantiene insomne. Tenía y tengo claro como quiero que sea su recuerdo. Estos últimos meses sobraban, y sé que las imágenes que me vendrán dentro de poco serán la del “perico” rubio y extremadamente delgado que jugaba conmigo en la huerta. La rubia pre-adolescente con la que intercambiaba ropa, la que más y mejor saltaba a la comba, la que me fascinaba porque iba a Inglaterra cuando yo tenía miedo a perderme por Oviedo. La que a pesar del tiempo que podía transcurrir ya en la madurez de nuestras vidas entre un encuentro y el otro, la conversación se mantenía como continuación de la hablada un día antes.

22feb2015_2915

Nuestras vidas tan paralelas en la infancia fueron cada vez más diferentes al ir pasando los años, pero el cariño nunca disminuyó.
Cuando dejé de volar por los aires tirándome a los brazos de Alfredo (que más de una vez se llevó un buen susto por cogerlo desprevenido), pasé a colgarme a su lado de los árboles de nuestra querida huerta, mientras Ana nos esperaba en tierra firme preparando “la comidita”.   Luego pasamos a ir a bailar a El Parke… los primeros ligues… primeras confidencias…

Cuando los años y algún que otro problemilla me impidió hacerlo físicamente, llegó la fotografía para enseñarme a volar de otra manera. Y ahí vino ella a ser mi más ferviente admiradora. Tanto creyó en mí que me regaló una colección de fascículos fotográficos al que curiosamente le faltaba el número 11. No tuvo la menor duda: “Está claro que falta ése porque será el que se dedique a ti (nací un 11 de noviembre)”

Cualquier entrada a blog o pequeña nota de prensa sobre mí, tenían respuesta rápida con su firma, siempre alentadora y de felicitación. Cuando éstas empezaron a hacerse de rogar o venían de la mano de un pequeño whats supe que la cuenta atrás comenzaba ya en serio.

La última vez que entré al laboratorio fue para positivar una fotografía suya, y la última vez que la vi tenía en su cama los recortes de prensa sobre mí… “al final he tenido que conocer tu estudio por el periódico…”

Una hora dulce, alegre y amarga, extraña sensación que me queda, feliz de haber podido estar, triste de saber que sería la última.

“Me prestó mucho verte Tati…”, suave beso en la frente
“ A mí también me prestó mucho”

La imagino con Ana preparando la comidita a nuestros padres que las estaban esperando para protegerlas y hacerles más fácil la estancia… y deseo que haya un árbol muy alto para que lo subamos cuando volvamos a encontrarnos.

L1370532